Congreso Internacional de la provincia de Chaco – Agosto 2011
La Moda: ¿no incomoda cuando ignora?
Autora: Silvia Mirta Valori
Presentación
En la actualidad y aún con el avance y desarrollo en el que vivimos en determinados lugares, encontrar ropa pensada y diseñada para personas con discapacidad es, todavía hoy, una quimera.
Quiénes se encargan de crear la indumentaria que se llevará en esa temporada tanto la que se denomina “básica” y/o “sport” como aquella para las grandes ocasiones y fiestas, no piensan ni analizan que los cuerpos físicos de las personas son todos, pero todos, todos, diferentes.
Podemos ser iguales en muchos aspectos, pero existen pocos cuerpos a los que les queda o les calza de la misma forma la vestimenta.
La moda y el diseño no tienen en cuenta las características y particularidades de cada uno/a y nos encontramos así con un problema irresuelto, como es el de hallar ropa adecuada y atractiva para las personas cuando éstas no cumplen con las características “standard” o “normales” especificadas como tales en las diferentes sociedades y épocas.
Así como también poco se hace, aún hoy, para favorecer la accesibilidad arquitectónica a los comercios y locales de negocios, teniendo que realizar, en no pocas ocasiones, las compras desde las veredas de los mismos, por la escasa accesibilidad que tienen para entrar con sillas de ruedas y con otras ayudas técnicas. Y una mención aparte merecen los probadores y los baños de esos comercios, donde es casi imposible ingresar debido a sus exiguas dimensiones.
Tener, haber nacido o adquirido una discapacidad o una diversidad funcional implica, en reiteradas oportunidades no poder acceder a la moda y significa tener que vestirse con ropas inadecuadas o bien, realizarles adaptaciones para que sean más vistosas y elegantes.
Los/as modistos/as y diseñadores/as olvidan o han olvidado que las personas con discapacidad son, antes que nada y primero que todo, personas, que tienen gustos, intereses y necesidad de verse bien para SENTIRSE BIEN.
Pero este modelo que aún impera en gran parte de mí país y del mundo hace que sean/seamos “infantilizadas” y percibidas como sufrientes y es por eso, considero, que no se diseña para la diversidad, por que es poco probable – según el pensamiento equivocado imperante – que deseen o puedan lucir bien y estar vestidas elegantemente.
También es interesante observar qué les ocurre a los vendedores y vendedoras cuando tienen que atender a personas ciegas y/ o sordas. No están habituados/as a tratarlas y mayor aún es el problema que se les presenta cuando tienen diversidad intelectual o mental.
Podríamos ir pensando en cursos de capacitación a vendedores/as de ropa para ir, de a poco, introduciendo la temática en el mundo de la moda y que empiecen a darse cuenta, a pensar y a observar que todos y todas tenemos derecho a vestirnos de forma elegante y atractiva. Que nuestro dinero es del mismo color y tiene el mismo valor que el de todos y todas.
Comparto la opinión que: “la discapacidad no discrimina”, a la que agrego: “tampoco reconoce edades, género, etnias ni clases sociales”.
Y creo firmemente que aprender a no discriminar es el camino. Un camino que nos llevará a implementar el cambio de paradigmas en discapacidad el que ha sido reglamentado por la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad.
Desarrollo:
Los mitos, estereotipos, ideas y prejuicios que están instaladas en el imaginario colectivo y que se transmiten de generación en generación son, todavía hoy, muy fuertes y difíciles de erradicar. Uno de ellos es que al tener “discapacidad” la imagen o la apariencia física pasan a ocupar un segundo plano. La gente cree, erróneamente, que al no ajustarte a la “norma” o al ser “diferente físicamente”, le restas importancia al aspecto físico y esto, en la mayoría de los casos, no es así. Por eso es preciso diseñar y fabricar ropa que sea linda, elegante, adecuada y cómoda para las personas con discapacidad.
Todos y todas necesitamos vernos bien. Todas y todos necesitamos mirarnos en el espejo y ver la figura de una persona bien vestida, arreglada y peinada, por que es esa la manera, también, de mantener alta nuestra autoestima, de respetarnos, de disfrutar, de sentirnos vivos/as y a gusto con nosotros/as mismos/as.
Una de las cosas que me llevó bastante tiempo superar, después del accidente, y al estar en la silla de ruedas fue el hecho de ir a los locales y no encontrar ropa adecuada, ni pantalones, ni zapatos, y tampoco camisas ni blusas, ni en definitiva, nada que me quedara bien.
O eran grandes, o eran chicas, o eran cortos o eran largas.
Lo de los zapatos fue terrible, al principio, el sólo hecho de mirarlos en las propagandas de las revistas, me hacía llorar. Tanto es así que, cuando todavía estaba en el hospital, después del accidente, me encontró mi hermana mirando una revista y llorando y me preguntó qué me pasaba, le respondí que lloraba por que nunca más iba a poder usar esos zapatos tan hermosos y con tacos y ella me dijo: “pero si ya taconeaste bastante” tomando en broma mi expresión para que no siguiera dramatizando; aún hoy me río y nos reímos de esta anécdota, pero imaginen ustedes que tenía sólo 23 años y me en – can – ta – ban los zapatos con tacos altos.
Encontrar zapatos de taco bajo, elegantes y lindos, era una proeza total hace 20 años atrás, y creo que aún hoy sigue siéndolo, se puede decir que ahora hay un poco más de disponibilidad y de modelos en el mercado, por que gracias a las chicas altísimas que ya no necesitan usar tacos han ido diseñando y elaborando calzados elegantes y vistosos, de taco bajo, aunque son escasos, todavía, y sólo se consiguen en determinados sitios.
Al principio y durante los primeros cinco años de andar en la silla de ruedas, me vestí casi exclusivamente con joggins y equipos de gimnasia, muy bonitos y prácticos todos, pero con los que no me sentía cómoda para ir a las fiestas.
Siempre me gustó vestir bien, y la sola idea de ir a una fiesta con ropa de calle o deportiva me hacía sentir mal.
Al poco tiempo de estar en la silla, se casó una de mis hermanas. Y para ir a la fiesta, quería ponerme ropa “linda”. Entonces, fuimos a comprar un pullóver con brillos –era pleno invierno – y un pantalón de vestir, bastante holgado que, por supuesto me quedaba corto, se veían las cicatrices y vendas que tenía en las piernas, se veían las medias, en fin, un desastre.
Con mucha incomodidad pasé esa noche, con gran fastidio y sintiendo como si tuviera que llevar una muy pesada carga: la de vestirme con ropas que no habían sido pensadas para mí, la de ponerme encima “lo que encontrara” en los locales comerciales. El pullóver era muy largo, el pantalón era muy corto y, todavía hoy, cuando recuerdo esa noche, y miro las fotos no puedo evitar sentirme molesta.
En el año 1994 nació Jonás, mi sobrino, un hermoso e inteligente niño con diversidad en sus brazos y piernas. Uno de los problemas que tenían (y tienen) su papá y su mamá era (y es) encontrar ropa cómoda, linda y práctica.
Tanto es así que muchas veces Silvana, su mamá, me sugirió que me dedique comercialmente a diseñar y vender ropa para personas con discapacidad, adaptada.
Pero, aún con todo esto, no me he dedicado a tratar de encontrarle solución a este inconveniente por que siempre he pensado: “que hay que trabajar tantos temas en discapacidad primero” y que “las personas con discapacidad tenían y tienen tantos problemas, que la ropa, es uno de los menores”
Y creo que estoy equivocada en esto. Por que uno de los elementos fundamentales que las personas necesitan para sentirse cómodas, son sus vestidos, es su indumentaria.
Con el tiempo, el entendimiento y el conocimiento me di cuenta que el derecho a vestirse es uno de los derechos básicos y que hoy no se respeta ni se observa en Argentina ni en varios otros lugares del mundo. Ni en los países desarrollados. Estimen que en el Desfile de Moda H, moda adaptada a personas con discapacidad donde presenté mis diseños, en 2009, estuvieron presentes sólo 7 países: Lituania, Letonia, Bélgica, Francia, Portugal, Argentina y España.
La ropa, la indumentaria, los vestidos de las personas no son ni deberían ser considerados “problemas menores”. Es muy importante poder adquirir ropa elegante, adaptada, sin tener que ir y pagar para que la modista o el sastre la confeccionen o hacerles “arreglos” o “adaptaciones” a la que se adquiere en los locales.
Siendo mi madre modista y siguiendo sus pautas, comencé a diseñar ropa adaptada para personas que utilizan sillas de ruedas.
Con más de 30 años de diseño de ropa y “autodidacta” por completo, y con más de 20 años de diseño de ropa adaptada para personas que utilizan sillas de ruedas y, sin querer ser una experta hoy, tengo ya muchas y creo que buenas ideas para que las personas que se dedican a evaluar las tendencias y que diseñan la ropa que vendrá, tengan en cuenta que hay otras necesidades y que los cuerpos son diferentes TODOS y que, hoy por hoy, ni siquiera los talles son iguales. Un talle 40 de una marca difiere de un talle 40 de otra marca. Y lo mismo ocurre con el calzado.
Que las personas con discapacidad, necesitamos encontrar ropa linda, cómoda y que se adapte a nuestros gustos y necesidades, sin tener que realizarles modificaciones.
Que las personas que utilizamos sillas de ruedas queremos y necesitamos entrar a los probadores de los negocios y, por supuesto, ingresar a los locales, sin tener que comprar desde la vereda, como en repetidas ocasiones lo he hecho. La ley de Accesibilidad arquitectónica lleva 16 años de incumplimiento.
La ley de Talles tampoco se respeta, y si bien creo que resulta un poco difícil respetarla, (el argumento es que las empresas perderían mucho dinero si lo hicieran) aunque tal vez, y con la intención de cumplirla estimo que se podrían realizar algunos talles de ROPA LINDA en 36 – 38 – 40 y algunos talles de ROPA TAMBIÉN LINDA en 46 – 48 – 50 – 52 y etc. Y no seguir en esta tesitura que la ropa de talle grande es fea y la ropa de talle chico es linda.
En Inglaterra, por ejemplo, toda la ropa es linda (es linda para lo que allá estiman “linda”), sea de talle grande o sea de talle chico.
No entiendo por qué los/as Diseñadores/as creen que cuando eres gordito/a o usas talle XL, la ropa tiene que ser fea. Y lo mismo ocurre con los zapatos de taco bajo. Son de taco bajo y son de diseños feos o no hay números, son de tacos altos y son de diseños lindos.
Es preciso cambiar estas tendencias, y analizar de qué manera la ropa puede ser para todos y todas, vistosa, cómoda y elegante.
Las personas con discapacidad necesitan y, además, tienen derecho a ser vestidas por diseñadores/as que piensen en ellas como seres humanos que son/somos, diferentes físicamente, pero iguales que todos los demás, para lo cual es preciso cambiar el paradigma en el cuál se educan hoy quiénes diseñan, y no sólo ropa, si no también casas, edificios, locales, automóviles, etc.
Un mundo integrado, inclusivo, donde se respeten (no sólo se acepten) sino que se RESPETEN las diferencias no debería ser considerado una utopía, sino EL OBJETIVO PRIMORDIAL en todas las sociedades. Donde se valoricen las diferencias y la heterogeneidad propias de toda sociedad. Donde se reflexione acerca de los aportes que podemos hacer en este sentido. Donde se incorpore el mundo de la moda y la creatividad para promover el valor agregado de la diversidad en tanto perspectiva diferente que no responde a pautas y mandatos culturales acerca de la “belleza” y de cómo deben ser los cuerpos para ser considerados “bellos y elegantes”.
Donde se promuevan acciones para que el cambio cultural y la igualdad y equidad de trato, derechos y oportunidades no siga siendo una quimera.
Todos objetivos que pueden cumplirse SI NOS COMPROMETEMOS, si nos damos cuenta que la INCLUSIÓN ES UN COMPROMISO DE TODOS Y TODAS.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario