viernes, 31 de mayo de 2013

Relación entre pobreza, género y cambio climático

Pobreza. Género y Cambio Climático

Ponencia presentada en el II Foro Iberoamericano de Desarrollo Sostenible Rosario 2013

Autora: Silvia Mirta Valori

Recientemente la CEPAL ha definido a la pobreza tomando en consideración sus diversas dimensiones y, además de entenderla como una expresión de la carencia de recursos económicos o de condiciones de vida que la sociedad considera básicos, ha destacado la importancia de enfoques como el de la exclusión social, el de las capacidades y el participativo, por lo que actualmente la considera un fenómeno de múltiples facetas y causas.

Sumando estas dimensiones, y analizándolas profundamente, es preciso darse cuenta por qué podemos hablar de “feminización” de la pobreza, por qué las mujeres son la mayoría de los/as pobres del mundo y por qué la pobreza tiene género.

Hoy ya nadie discute que la pobreza afecta de forma diferente a mujeres y hombres. Que la división sexual del trabajo, en la que la mujer está destinada al espacio doméstico realizando tareas no remuneradas, y participando en ámbitos comunitarios, donde tampoco recibe retribución alguna por su trabajo reduce de manera significativa sus posibilidades de acceder al espacio público, así como también limita y coarta las posibilidades de las mujeres de tener una vida abundante y económicamente próspera.

La desigualdad de oportunidades que afecta a las mujeres para acceder al trabajo remunerado perjudica sus posibilidades de tener  autonomía económica.

“… La división del trabajo por sexo, al asignar a las mujeres el espacio doméstico, determina la “desigualdad en las oportunidades que ellas tienen como género para acceder a los recursos materiales y sociales (propiedad de capital productivo, trabajo remunerado, educación y capacitación), así como a participar en la toma de las principales decisiones políticas, económicas y sociales”. Bravo, 1998 p.63...” 

Para continuar analizando la correlación que existe entre pobreza,  género y sus consecuencias es preciso definir qué es el sexo, qué es el género y qué significa la perspectiva de género, y llegar a precisar más sucintamente de qué forma las relaciones inequitativas que se establecen en la sociedad contribuyen a perpetuar la desigualdad y la pobreza.

El sexo se refiere a las características biológicas que traemos al nacer y que nos definen como un macho o una hembra. Pertenece al orden de la naturaleza.

El género es un sistema de normas y conductas que regula las actividades de las personas y establece qué es lo propio de “la mujer” y qué “del varón”. Dentro de este sistema se coloca a los varones en una posición dominante y activa, mientras que las mujeres adoptan una posición subordinada y pasiva en la que se desvalorizan y/o negativizan las prácticas y proyectos femeninos.
El género es, además, una construcción cultural que se aprende e  internaliza mediante el proceso de socialización al que estamos sometidos todas y todos, desde que nacemos y que se da en las familias, las escuelas, las iglesias, los clubes, los medios de comunicación.

La perspectiva de género es un instrumento de análisis que nos permite desentrañar cómo estas relaciones jerárquicas e  inequitativas afectan el desarrollo personal y la vida de las mujeres que deberán soportar hasta el encierro y la violencia, en ocasiones, por depender económicamente de un hombre para su subsistencia.

“… El enfoque de la exclusión social estudia las características estructurales de la sociedad que generan procesos y dinámicas que excluyen a los individuos o a los grupos de la participación social plena. Hace especial referencia a la distribución de las oportunidades y los recursos para la superación de la exclusión, y al fomento de la inclusión tanto en los mercados de trabajo como en los procesos sociales…” (*)

Sin duda alguna vivimos en una sociedad aún hoy y a pesar de todos los avances, que destina a una mayoría de mujeres al espacio doméstico, impidiendo de esta manera su participación en ámbitos productivos como lo son el político, económico y público.

Si bien una importante cantidad de mujeres ha logrado salir, avanzar significativamente y lograr su independencia financiera, es bien cierto que existe el denominado “techo de cristal” por lo que aún les resulta dificultoso llegar a espacios en los que pueden usar su poder de decisión y, en muchos casos, aún teniendo poder de decisión, están rodeadas de hombres que no les permiten y/o que les ponen trabas cuando deciden trabajar por el progreso de sus congéneres. 

Por su parte, en el enfoque participativo los/as pobres definen a la pobreza a partir del análisis que ellos/as mismos/as hacen de su realidad e incluyen los aspectos que consideran significativos. Desde este punto de vista, la superación de la pobreza pasa por el empoderamiento de los/as pobres. (Ruggeri, Saith y Stewart, 2003; Arriagada, 2003).

Así como la superación de la pobreza pasa por el empoderamiento de los/as pobres, el adelanto y progreso de las mujeres, pasa por el empoderamiento de las propias mujeres, entendiendo (y tanto ellas como ellos) que es realmente utópico pretender que las sociedades avancen y tengan un nivel de vida realmente cómodo, encaminado a un estado de bienestar, si la mayoría de la población aún no ha logrado insertarse satisfactoriamente en el mercado laboral y no percibe remuneración económica alguna por su trabajo cotidiano.
Es como pretender que en una casa de diez personas prosperen económicamente sólo con el trabajo y aporte de tres o cuatro personas. A menos que hayan logrado adquirir una industria o empresa sumamente rentable, no será posible, siempre resultará que lo que ingresa es menor que lo que egresa en gastos, alimentación y otros.

Un capítulo aparte merece la situación en la que se encuentran las mujeres rurales, quiénes realizan aportes día a día a la economía del hogar y a la sociedad, sin recibir reconocimiento ni mención alguna, ni remuneración acorde a su trabajo y a sus contribuciones para el desarrollo de la comunidad toda.

En este sentido, se encuentran casi en el mismo nivel que las mujeres con discapacidad, que son relegadas a la condición de no-mujeres o de medio-mujeres y una importante cantidad de personas –que no tienen relación y conocimiento directo de la discapacidad— suponen que viven “del aire” o de la caridad y la limosna y no tienen en cuenta los aportes que día a día realizan con su trabajo, muchas veces no remunerado y otras, mal remunerado y por el cuál tampoco obtienen reconocimiento alguno.

Relación entre cambio climático, pobreza y género.

La correspondencia entre estos tres factores es directa y hay mecanismos de transmisión que van a influir en la vida de las personas, y especialmente en la de las mujeres. Uno de ellos será la baja de la productividad agrícola que podría sumar 600 millones más de personas en riesgo de malnutrición. El segundo tiene estrecha relación con el agua, que es un vector que atraviesa todos los niveles de bienestar.  Es aún considerable la cantidad de personas que no tienen acceso al agua potable y utilizan agua contaminada para beber, cocinar e higienizarse, y que ni conocen ni alcanzan a comprender los riesgos a los que se exponen con este uso.

Si bien el primer objetivo ante catástrofes naturales es la supervivencia, no podemos desentendernos de los efectos que a mediano y largo plazo tienen estos sucesos en el desarrollo de las personas. Se calcula que niños y niñas que han nacido en lugares donde ha habido sequías e inundaciones tienen entre un 35 y un 50 por ciento de tener problemas de malnutrición al llegar al quinto año de vida. Y este es un efecto en cadena, pues cuando un niño o niña tiene problemas de malnutrición a los cinco años, tiene comprometida su capacidad cognitiva, motriz y verá limitada su posibilidad de tener un ingreso en el mercado laboral con igualdad de oportunidades.

Y, una vez más serán las mujeres, las que, en su mayoría tendrán que hacerse cargo de estos niños y niñas, así como de su alimentación, vestido, atención y educación. Por lo que verán retrasadas –una vez más– sus posibilidades de acceder a una vida independiente económicamente.

Por último, quiero que observen que los países más vulnerables son los que tienen menos recursos para brindar el auxilio necesario a la población en caso de emergencia. Y son también, los que en mayor medida dependen de la cooperación internacional.

Y los países más vulnerables son quiénes menos han contaminado y quiénes menos contaminan al Planeta. Son a quiénes les ha sido y les son explotados sus recursos naturales y poblaciones durante años y años por los países que denominamos “desarrollados”.

Por eso es que hoy, más que nunca, trabajar por los derechos humanos y la justicia social es trabajar por la equidad e igualdad entre los géneros, entre personas con y sin discapacidad, entre las etnias, las religiones, las clases y superar las divisiones por que sólo con el conocimiento, entendimiento y apoyo de toda la sociedad estaremos en condiciones de afrontar y poder sobrellevar las emergencias climáticas a las que el Planeta nos someterá, como devolución por no dispensarle el cuidado apropiado en el momento justo, como devolución por haber conformado sociedades en las que sólo impera el culto al consumismo, al egocentrismo, al “Sálvese quién pueda” y el “a mí no me va a pasar”. Y el total desconocimiento e indeferencia por lo que es la ecología, el cuidado del medio ambiente y lo que significa trabajar por el respeto y la observación de conductas que no lo afecten.

Cambio climático y Derechos Humanos. Algunas cifras…

n  1400 millones de personas en el mundo viven bajo la línea de pobreza. Un 70% de ellas son mujeres.
n  Diariamente mueren 5000 niños y niñas por enfermedades relacionadas con la falta de agua potable y saneamiento.
n  El riesgo de sufrir un evento climático extremo se incrementa notablemente en los países en desarrollo donde una de cada 19 personas se verá afectada, mientras que la cifra es de una en 1500 en los países desarrollados. Es decir que un/a ciudadano/a de un país en desarrollo tiene 80 veces más probabilidades de verse afectado/a que un/a de un país desarrollado.
n  El 80% de la población mundial vive en países cuyas diferencias de ingresos siguen aumentando.

Como conclusión, quiero dejarles esta reflexión:

Sólo será posible la liberación de los pueblos, su progreso y su desarrollo democrático cuando la equidad y la igualdad inter-géneros sea una realidad.
Ni siquiera en las situaciones de más grave crisis puede posponerse el actuar en favor del respeto por la equidad y la igualdad entre mujeres y varones.
Es tiempo de que las mujeres dejen de pagar el precio más alto por lograr el Cambio y la Evolución.
La Causa de la Mujer tiene que ser la causa de toda la Humanidad.
Muchas gracias!


Fuentes:

(*) Cuadernillo “Entender la pobreza desde la perspectiva de género”
Unidad Mujer y Desarrollo – CEPAL - UNIFEM - República de Italia - Santiago de Chile, enero de 2004.



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