Estás consciente de que si no aprendemos a vivir en armonía, sin destruir, pronto anularemos la capacidad de la tierra de mantener vida en su seno?
La urgencia de proteger a la selva amazónica es cuestión de supervivencia. Hasta hace algunos años, la ecología parecía un tema romántico, exclusivo de los amantes e idealistas de la naturaleza. Sin embargo hoy dependemos del aprender a vivir sin destruir para poder, si quiera, imaginar un futuro.
No es suficiente reforestar lo destruido, ese es solo una propuesta sin fundamento, porque no sólo se destruyen árboles, también miles de especies de animales, vegetales y microscópicas.
La idea de reforestar es reemplazar toda esta riqueza por una o dos especies vegetales formando, en el mejor de los casos, un desierto verde saturado de insectos que, convertidos en plagas, pueden atacar a las poblaciones próximas; generando nuevas enfermedades y perjudicando la producción de alimentos sanos, situación que nos obligará a depender más y más de sustancias químicas que controlen esas plagas.
Proteger la selva amazónica, no es solo una actividad conservacionista a realizarse locamente, es un compromiso para revisar hábitos y costumbres de todos y cada uno de los habitantes del planeta.
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