Comparto el Ensayo con el que participé en el Congreso de Santa Marta, Colombia sobre Teletrabajo, al que no pude asistir debido a que en la Agencia de Viajes me pasaron dos precios diferentes, y en diez días aumentaron el pasaje en avión 1150 dolares. Me pasaron como presupuesto, 1050 dólares y, cuando fuí a pagarlo (con la tarjeta) al viaje completo, me re presupuestaron el viaje y pasó a costar 2250 dólares, en diez días aumentaron 1150 dolares. Y no me fue posible ir.
Cosas que hacen las Aerolíneas en un país subdesarrollado por que las dejan hacerlo...
"Género, discapacidad y teletrabajo: a
paradigmas nuevos, soluciones nuevas"
AUTORA: Silvia Mirta Valori
1. Introducción
La naturaleza y la cultura. El sexo y el
género.
Las palabras sexo y
género tienen significados distintos: el sexo refiere a las características
biológicas que traemos al nacer y que nos definen como un macho o una hembra,
por lo tanto, el sexo pertenece al orden de la naturaleza.
En tanto que el
género es una construcción social, un producto de la cultura que establece qué
es lo propio del varón y qué es lo propio de la mujer, y de las relaciones
entre ambos. Y esto se aprende mediante los procesos de socialización
implementados por las familias, las escuelas, las iglesias, los medios de
comunicación y la comunidad toda.
El género se
diferencia del sexo. Los atributos biológicos se vinculan con el sexo y las
características culturales refieren al género.
Las sociedades
consideran apropiadas a cada sexo ciertas conductas, en un momento histórico
determinado. Y, a esas conductas y atributos se les asignan valores,
oportunidades y jerarquías distintas.
El género es, por
lo tanto, la construcción social que se transmite tomando como referencia las
características biológicas, mediante la socialización a la que estamos
sometidas todas las personas desde pequeñas, en la que intervienen los organismos
e instituciones ya mencionadas.
La perspectiva de
género es una herramienta de análisis que nos permite desentrañar las
relaciones asimétricas de poder y desigualdad que existen entre varones y
mujeres, en las cuáles las mujeres asumen una posición subordinada y sus prácticas y proyectos son negativizados y
desvalorizados.
Las relaciones entre
los géneros varían de unas sociedades a otras y de un tiempo a otro, son
históricas y, por lo tanto, modificables.
El proceso mediante
el cual se asocia a las personas con características, expectativas, roles y
oportunidades dependiendo de su sexo, así como el modo en que cada persona
estructura su identidad, se llama construcción del género (1)
Aunque en América
Latina se ha extendido y generalizado la utilización de la palabra género, su
uso no es riguroso, lo cual no sólo produce confusiones sino que tiene
implicaciones estratégicas que tienen que ver con la distribución del poder.
El nuevo
concepto género permitió entender que no es la anatomía lo que posiciona a
mujeres y hombres en ámbitos y jerarquías distintos, sino la simbolización que
las sociedades hacen de ella.
El feminismo amplió
el concepto de género como el conjunto de ideas sobre lo que “es propio” de los
hombres y lo que “es propio” de las mujeres e investigó cómo estas ideas,
instaladas y naturalizadas (consideradas “naturales”) por siglos
y siglos, han conformado la tradición intelectual occidental y, por lo tanto,
nuestros hábitos y costumbres.
La crítica
feminista cuestiona los principios sexistas y androcéntricos (centrados en lo
masculino) y utiliza la de- construcción para hacer una nueva investigación
dirigida a desarmar los códigos patriarcales heredados y cuestionar las
estructuras simbólicas que posibilitan y rigen las prácticas cotidianas
probando que el género puede tomarse como razón explicativa de la
desigualdad.
Entender
cabalmente qué es el género y qué es la diferencia sexual sigue siendo
fundamental para encontrar un concepto equilibrado acerca de los seres humanos, indispensable para el
avance de las sociedades en un marco democrático y equitativo y para lograr la
participación y la verdadera igualdad de oportunidades y trato.
2. Desarrollo
Condicionamientos de género y pobreza.
* Según investigaciones, si se contabiliza el
trabajo doméstico, las mujeres constituyen el 66% de la mano de obra mundial, y
poseen el 1% de la riqueza producida.
* Las
mujeres configuran el 70% de los pobres y más del 65% de los analfabetos del
planeta.
* 1.500 millones de personas en todo el mundo
viven con un dólar o menos por día: la mayoría son mujeres.
* Las mujeres son minoría (8%) en la conducción de las
instituciones de gobierno y las empresas. (1)
Es preciso observar el
resultado de estas investigaciones para comprobar las excesivas desigualdades
que aún persisten y reflexionar acerca de los roles subvalorados y subordinados
que soportan las mujeres –y que perpetúan la discriminación de género – no sólo
en Argentina y en América Latina, sino también en el resto del Mundo.
Es quizás ésta, la repuesta a una educación regida por un modelo
patriarcal y, ¿porqué no también? por una supuesta “objetividad científica” que
con su discurso de racionalidad, imparcialidad y universalidad han logrado
imponerse desde épocas remotas.
Ha sido la propiedad privada el eje conductor del surgimiento y también
el sostén de la estructura del poder patriarcal, lo que ha permitido la
consolidación de relaciones jerárquicas rígidas que limitan las potencialidades
y derechos del sexo femenino, cuyo “poder” fue reducido al área privada, más
específicamente a la doméstica, a lo maternal y a los afectos, privándola del
disfrute de la vida social, sexual, laboral, intelectual, entre otras
restricciones. De esta manera, se impone en la historia de la humanidad una
nueva forma de discriminación social.
Es esta estructura de poder patriarcal que limita el compromiso y la
acción política de las mujeres y trae como consecuencia, que las pocas veces
que se comprometen y actúan (o que lo han hecho – y que consiguieron llegar a
puestos de conducción y mando—) se hayan comportado como hombres y convertido
en “mujeres masculinas” y, cuando se equivocaron, fueron tratadas con el mayor
rigor y despiadadamente, como si los hombres no fallaran, como si hubieran
errado o actuado desatinadamente por el sólo hecho de ser mujeres.
La escasa participación y ocupación por parte de las mujeres de los
lugares de poder –y, en consecuencia, de los sitios donde se toman las
decisiones— da como resultado que no existan casi programas, ni planes ni
proyectos para lograr revertir esta situación discriminatoria.
Además, la mayoría de las mujeres que acceden a puestos jerárquicos y/
o de autoridad no son conscientes de la discriminación de género y,
habitualmente se comportan como hombres o dicho de otra manera son “mujeres
masculinas” y en ocasiones, más sexistas aún que los hombres mismos.
Esto debería hacernos reflexionar acerca de cómo posicionarnos dentro
de las tensiones que surgen entre poder patriarcal, objetivismo científico y
compromiso político.
Traemos un bagaje cultural que es pesado y gigantesco, que a lo largo
de miles de años de subordinación y de ocupar esferas diferentes –las mujeres,
el ámbito privado; los hombres, el ámbito público—ha permitido la subordinación
al pensamiento científico de “objetividad” así como también al sistema
patriarcal dominante, por lo que hará falta mucha pericia y paciencia para
revertir esta situación y para que las mujeres emerjan sanas y salvas de ella y
que accedan a los puestos de poder, allí donde se toman las decisiones
importantes.
Hay
que ocupar los ámbitos jerárquicos para influir de manera drástica sobre los
medios de socialización y explorar, denunciar y trabajar para que se eliminen
los sesgos de género que subsisten todavía en el denominado “currículo oculto”
de la enseñanza primaria, secundaria, terciaria y universitaria y la
discriminación que a causa de ello, soportan las mujeres.
Se tienen que ocupar aquellos sitios desde donde se instrumentan las
reformas en salud, desarrollo, producción y seguridad social, y, especialmente,
desde donde se plantean y se adoptan los modelos que regirán la educación, en
todos los niveles.
La clave es la Educación. Está perfecto que la teoría feminista del
conocimiento enfatice acerca del estudio, la formación y que comunique sobre la
igualdad, la diferencia, la imparcialidad, la subjetividad moral, la autonomía
y la epistemología, pero más que nada, tiene que difundir y lograr que todo
esto llegue a la mayoría de mujeres, porque lo teórico, sin la práctica y sin
la acción, pierde valor; o sea, si existe en los libros, pero a esos libros
casi nadie tiene acceso o pocas/os los leen, por desconocimiento o por la causa
que sea, por más que pensemos, escribamos y teoricemos al respecto, las mujeres
–y todos los demás grupos oprimidos—continuarán ocupando los lugares a los que
“el Sistema” las/os han destinado desde siempre.
Es
imprescindible educar y formar a las personas e incluirlas en las
discusiones sobre ciudadanía, igualdad, equidad, libertad y derechos, porque la
mujer sigue estando sometida al hombre tanto en la esfera pública como en la
privada y se mantiene intacta la división sexual del trabajo en casi todos los
estratos sociales.
Examinar
y analizar las tradiciones, las costumbres y las instituciones desde todos los
puntos de vista.
Corregir
todos los sesgos de género.
Establecer
los principios en los que se debe inspirar la legislación en materia de
igualdad, y, en particular, cualquier legislación para lograr la equidad en los
puestos de trabajo y en los haberes que se perciben.
Lo
que Eisenstein sostiene acerca de que “la igualdad debe abarcar la
generalización, la abstracción y la homogeneidad, así como la individualidad,
la especificidad y la heterogeneidad” creo que es lo que tendría que
ponerse en práctica en todos los ámbitos, así como también que “seguiremos
necesitando alguna forma de distinguir entre las diferencias inevitables, las
elegidas y las que sencillamente nos han sido impuestas”. (2)
Asimismo,
es importante desterrar la idea de que la política es un asunto para
individuos/as abstractos/as, para personas cuyo sexo es lo de menos.
Y
observar que la justicia social significa tener en cuenta la posición de
desventaja que ocupan los grupos oprimidos y conocer y dar a conocer los planes
y programas que se ponen en marcha para solucionar esa situación.
Por
último, y en cuanto a la igualdad, la representación y la justicia, resulta
mucho más convincente no oponer lo particular a lo general, ni lo sexualmente
específico a lo universal, sino subrayar el juego existente entre ambos.
Es
con la educación que se forma y se transmiten comportamientos correctos y
actitudes hacia las personas en virtud de su sexo biológico, y se nos enseña a
tener conductas y sentimientos “de mujeres” o “de varones” y, lo que resulta
bueno y permitido para uno de los sexos no lo es ni lo está para el otro, lo
cuál hoy se conoce y se difunde con el nombre de sexismo.
Es imposible hablar de género sin hablar de sexismo.
“… Al sexismo, practicado tanto por mujeres como por
varones, lo entendemos como la
supremacía de lo masculino, a través de la invisibilización y la exclusión de
la mujer. Si nos remitimos al lenguaje,
que también tiene un contenido sexista, en varias ocasiones la desigualdad
radica en el "orden de las palabras", otras en el contenido semántico
de los vocablos. De cualquier manera, el principal escollo deriva de la
pertenencia del castellano a las lenguas con género, categoría gramatical que
afecta no sólo a la terminación de los nombres sino a la de los artículos,
adjetivos o participios en régimen de concordancia con el sustantivo.
Por lo tanto, se considera al masculino como término
genérico y válido en consecuencia para uno y otro sexo, que tiene, desde el
punto de vista social, un claro efecto de exclusión, de reforzamiento de
estereotipos…” (3)
Así tenemos que “el gobierno, el estado, el comercio” aparecen como ámbitos
de varones, en el que no sólo los que autorizan, certifican, adjudican,
compran, pagan, son los varones sino también los que declaran, solicitan,
apelan, los denunciados, los propietarios de inmuebles, los infractores de
tránsito. Pero no sólo lo administrativo y comercial, por su lenguaje, está
enmarcado o se lo percibe como un mundo de varones sino también el mundo de las
noticias, de la cobertura periodística y de los medios. Cientos de
investigaciones han exhibido cómo las mujeres son ignoradas, trivializadas y
despreciadas por las palabras que se usan para describirlas. A las mujeres se
les niega una existencia autónoma al adjudicarles títulos que las distinguen
sobre su estado conyugal (“Señora vs. Señorita” y “Señora de…”). Y son
definidas, todavía hoy por su rol familiar (ama de casa), mientras que los
varones son definidos por sus roles ocupacionales (profesor, abogado,
farmacéutico, ferroviario, carpintero, albañil, etc.). Por
otra parte, muchas adjetivaciones vinculadas a las mujeres tienden a tornarse
peyorativas a lo largo del tiempo. Por ejemplo "mujer pública” no representa
lo mismo que “hombre público", y si “atrevido” significa osado, valiente;
“atrevida” significa insolente, mal educada. La palabra “aventurero” alude a un
individuo audaz, arriesgado, pero no sucede lo mismo con la expresión
“aventurera” que nos representa simbólicamente a aquella mujer que le gustan
los festines, los vicios y cosas por el estilo y así podría seguir con otros
varios ejemplos. Es necesario reflexionar que los términos y el lenguaje son
muy importantes, como ya lo han establecido varias investigaciones, debido a
que las palabras generan y transmiten pensamientos, tanto es así que hoy
podemos darnos cuenta de dónde provienen nuestras ideas, prejuicios y
limitaciones según el género al cuál pertenecemos.
La pobreza y las mujeres.
Si
la mayoría de personas subordinadas del mundo pertenecen al sexo femenino, si
el trabajo de las mujeres casi no se tiene en cuenta en los PBI nacionales ni
mundiales, si la mayoría de los trabajos de la mujer son invisibles, si la
mayor parte de las pobres del mundo son mujeres y si sólo poseen el 1% del
capital mundial, habría que preguntarse si no sólo están mal las relaciones de
género, si no que es todo el sistema lo que no funciona.
“… Si estamos ante una cuestión de poder, la
indignación frente a determinadas estructuras del poder suele ser, en términos
de eficacia, inversamente proporcional a la capacidad para transformar los
acontecimientos. Esto no es obra de hombres malintencionados sino de una
estructura social donde la presencia de la mujer tiene menos poder que la de
los hombres. En una sociedad como esta, donde el poder está estructurado para
favorecer a quiénes lo ejercen, la característica de todo sistema de poder es
beneficiar al status quo. Esto significa que para modificarlo se requiere un
poder superior. Según las Naciones Unidas, si se siguen los niveles de
crecimiento actual, a la mujer le va a costar por lo menos 475 años de esfuerzo
lograr el nivel que ocupan los hombres, por ejemplo, en el sector negocios y en
el sector institucional, no estatal…” (4)
En el libro “El banquero de los pobres” Muhammad Yunus
– hace una síntesis interesantísima y explica la relación existente entre el
género y la pobreza, brindando su entendimiento acerca del porqué de la
pobreza, el por qué vivimos en un mundo que está poblado por pobres, y por qué
las más pobres entre las pobres son mujeres –
“Tres semanas después de que el comité Nóbel noruego
anunciase que el economista Muhammad Yunus de Bangladesh y el banco que él
fundó hace 30 años ganasen el premio Nobel de la Paz, la Cumbre del
Microcrédito anuncia que más de 113 millones de familias recibieron pequeños
préstamos el año pasado para comenzar o ampliar pequeñas empresas, 83 millones
de las cuales eran de las más pobres del mundo. (5)
El informe 2006 incluye los datos compilados de más de 3.100
instituciones de todo el mundo y declara que de los 82 millones de
beneficiarios, los más pobres, el 84% son mujeres”. (6)
El libro de Yunus nos indica que hay que hacer algo ya
y ahora para eliminar el flagelo de la pobreza entre las mujeres en el mundo y
para ello hay que impulsar y facilitar su acceso y permanencia en dos ámbitos
esenciales: el comercial y el público.
Estimo que para llegar a revertir, en gran parte, esta
pobreza que está cimentada en la subordinación y los roles que adoptan las
mujeres –que fueron, son y siguen siendo subvalorados, postergados y
negativizados– es necesario entender y comprender y que toda la
sociedad, también, entienda y comprenda al género, como un sistema de
normas sociales que regula la actividad y las conductas de las personas según
su sexo biológico, en el que a las mujeres se las sitúa en una posición de
desventaja y que en este sistema existe una valoración negativa de las
prácticas y proyectos femeninos;
que el género
es una variable y no una constante, puesto que las normas de género varían no
sólo entre las culturas, sino también dentro de ellas en función de dimensiones
como la clase, la raza, la edad, el estado civil, la preferencia sexual, la
religión, etc., por lo tanto, el género no es una variable independiente. Dicho
de otra forma, “no existe un concepto de género puro o abstracto, que se
pueda aislar teóricamente y estudiar independientemente de la clase, la raza,
la edad, el estado civil”; (7)
que cultural y socialmente
vivimos inmersas y condicionadas por la educación que recibimos y que imparten
las familias, instituciones, escuelas, religiones y medios de difusión, responsables
y encargados de la transmisión de los “mandatos sociales” que nos son
inculcados durante todo el proceso de socialización.
Las condiciones de pobreza y de analfabetismo en las cuáles una gran
mayoría de mujeres sobrevive sólo podrán ser cambiadas si estas mismas mujeres
se comprometen políticamente, por lo que “una aproximación feminista a la
ética debe ofrecer una guía para la acción que tienda a subvertir y no a
reforzar dicha subordinación. Por tanto, dicha aproximación debe ser práctica,
no utópica ni transicional, y por ello, una extensión de la política y no un
abandono de la misma. (8)
El cambio de paradigma en género implica que las mujeres y los varones,
todas las mujeres y todos los varones, entiendan y comprendan los
condicionamientos que establece el género y que sumen sus aportes,
entendimiento y acciones para revertir cada situación de marginación y
exclusión. Será ése el momento en el que accederemos a la verdadera equidad e
igualdad, porque seremos consideradas y
nos consideraremos todas y todos dentro de la categoría de “personas”,
sujetas de derechos.
Mujeres con discapacidad
Aún así, y a pesar del panorama descrito, sabemos que en las últimas
décadas ha aumentado considerablemente la actuación, el número y la permanencia
de mujeres en todos los ámbitos sociales. Resulta imperioso analizar, entonces,
por qué no ha ocurrido lo mismo con la inclusión de las mujeres con discapacidad
que aún hoy permanecen invisibilizadas y forman parte de un sector social
ignorado, que no forma parte de la agenda pública ni tampoco está incluido en
los planes y políticas sociales.
“… Día tras día, en todo el mundo, los derechos
humanos de las mujeres están en juego, pero no por razones biológicas, sino
actitudinales, culturales y sociales, siendo precisamente las mujeres con
discapacidad algunas de las más afectadas por tener que hacer frente a múltiples
barreras que le dificultan la consecución de objetivos de vida considerados
como esenciales.
La comunidad internacional ha reconocido la doble
discriminación que soportan las mujeres con discapacidad las cuáles están
discriminadas respecto a la población general, a los hombres con discapacidad y
a las mujeres sin discapacidad.
Los datos estadísticos reflejan una realidad en la que
muchas personas, por ser mujeres y tener discapacidad, tienen escasas
posibilidades de desempeñar un trabajo digno, viven con una pensión mínima,
recluidas en el hogar cuidando a otros miembros de la familia y sin
reconocimiento, consideradas con una visión infantilizadora y victimista como
personas incapaces. Todo ello las hace más susceptibles de sufrir malos tratos
psicológicos y físicos…” (9)
El modelo social de
la discapacidad, legitimado por la Convención Internacional sobre los Derechos
de las Personas con discapacidad que Argentina ratificó en 2008, pone de
manifiesto que la discapacidad de una persona
es mayor o menor según el entorno social en el que se desenvuelve y las ayudas
técnicas y personales a las que tiene acceso, es decir, una persona es menos
discapacitada o más discapacitada según el lugar en el que vive y desarrolla
sus actividades y según la tecnología, ayudas, adaptaciones y apoyos personales
de los que dispone. Este es un cambio de paradigma por que la
discapacidad se sitúa en el exterior de los/as individuos/as, no en el
interior, como venía sucediendo.
Además, es necesario pensar y considerar a la “discapacidad” como una
manera u otra forma más de vivir sin que esta manera o forma de vivir implique
ni angustia ni sufrimiento. Nadie “sufre por la discapacidad” (a menos que
tenga dolores o malestares, pero eso le puede ocurrir a cualquier persona, tenga
o no discapacidad) lo que realmente “se sufren” y “se padecen” son las
barreras arquitectónicas, actitudinales, del transporte y las limitaciones en
cuanto al acceso a los diversos ámbitos, y especialmente, al ámbito laboral.
Porque es bien sabido que, para disfrutar de autonomía y vivir de
manera independiente hay que acceder a una buena educación, tener un empleo
digno y percibir un haber que posibilite
tal independencia.
En el año 2001, la Organización Mundial de la
Salud (OMS), junto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aprobó
la Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud
(CIF), que enfatiza el funcionamiento (factor positivo) y no la discapacidad
(factor negativo).
“Se abandona el modelo lineal de
interpretación (deficiencia - discapacidad - minusvalía) para pasar a un modelo
multifactorial en la relación entre el funcionamiento humano y los estados de
salud. Los factores contextuales cobran fuerza (personales y ambientales). El
funcionamiento humano es un continuo que no puede dividirse entre lo que es
normal y lo que no lo es. Es importante destacar que los factores ambientales
pueden ser considerados como facilitadores o barreras, en función de cómo se
relacionen con la realidad funcional de la persona, la realización de una
actividad o el desempeño de un rol social. Entre los factores ambientales están
el diseño de los entornos, servicios y productos en general, y de tecnologías
de apoyo, en particular”. (10)
Es por eso que hoy podemos definir a la discapacidad (o diversidad
funcional) como:
“el resultado de la interacción entre una persona que
tiene una determinada condición de salud y el contexto ambiental en el que se
desenvuelve…” (11)
Se ha instalado moderadamente en algunos países, el cambio de paradigma
en la discapacidad que implica pasar del modelo médico hegemónico, con una
concepción individualista, que concibe a la discapacidad como consecuencia de
una enfermedad, a un modelo social, integrador e inclusivo. Así, el modelo médico
promueve la dependencia de las personas y desvaloriza sus potencialidades, y
oculta también la diferencia de trato que soportan las mujeres respecto de los
varones con discapacidad. En este viejo modelo, no existirían varones y/ o
mujeres, sino discapacitados.
Por el contrario, el nuevo paradigma es aquel que concibe a la
discapacidad como temática sociocultural, donde es la sociedad la que define y
discrimina al "diferente" o a “la diferente”. Lo que señala la
responsabilidad del conjunto para evitar la vulneración de los derechos y para
promover la incorporación de las personas en igualdad de condiciones a las de
toda la población.
Tradicionalmente, la sociedad ha tendido a aislar y a segregar a las
mujeres con discapacidad, y a pesar de los logros y avances obtenidos en los
últimos años, este tipo de discriminación sigue representando un problema grave
y alarmante.
Se habla de doble discriminación cuando en realidad están sometidas a
una discriminación múltiple. Conocido es que ser mujer y tener discapacidad son
dos factores que, aliados, aumentan el sexismo, la precariedad laboral, el
analfabetismo y la violencia.
En la mayoría de los países del mundo, las mujeres con discapacidad se
encuentran con un alto nivel de desempleo, salarios inferiores, menor acceso a
los servicios de salud, mayores carencias educativas, escaso o nulo acceso a
los programas y servicios dirigidos a mujeres en general, mayor riesgo de
padecer situaciones de violencia y todo tipo de abusos; y esta realidad se
agrava por las dificultades para lograr modificaciones y/o cambios culturales
en los hábitos, las creencias y los estereotipos a nivel familiar y social.
Es significativo destacar, asimismo, la importancia de la imagen social
de la mujer con discapacidad y su autopercepción. Puedo decir que forman parte
de un grupo social que soporta la invisibilidad y el aislamiento – quién no es
visible es igual a que no existe –.
Y, cuando los medios de difusión intervienen en la construcción de la
imagen de la mujer con discapacidad, la elaboran no ajustada a los cánones de
belleza femeninos generales, lo que contribuye a distorsionarla y a disminuir
su autoestima.
Además, en las asociaciones o grupos o reuniones de mujeres, las
mujeres con discapacidad son vistas, todavía hoy, como personas dignas de
lástima o consideradas “inferiores” o “sufrientes” y no se las percibe “como
mujeres”, es decir, no entran en la
categoría de lo que es “ser mujer” ni para la mujer misma.
Prevalece aún el concepto: mujer con discapacidad = “medio mujer” o “no mujer”.
En las asociaciones o grupos de varones (llámense empresas,
organizaciones) tampoco son consideradas ni incluidas, por lo que dije más
arriba: no han sido preparadas ni formadas y, lo más importante, no cumplen con
el estereotipo de “mujer adorno” ni con “la buena presencia”.
En las asociaciones de personas con discapacidad no llegan a ocupar
puestos jerárquicos, por lo general, y son vistas en un nivel inferior o como
"esposas", o sea, se las llama para preparar y servir el café,
atender el teléfono o enviar cartas, pero no a la hora de tomar las
decisiones.
Han sido excluidas desde siempre y de todos los grupos sociales.
“… El vínculo de la perspectiva de género con el
modelo social de la discapacidad brinda facetas inexploradas que nos conducen a
un nuevo campo para la comprensión de la discriminación en nuestras sociedades,
y a la elaboración de estrategias para redefinir relaciones sociales en
términos más justos y equitativos con una noción de ciudadanía que incluya a
todas y todos.
Incorporar la perspectiva de género en forma
transversal en la temática de la discapacidad tiene como objetivo promover la
sensibilización, difusión y concientización con relación al tema de la doble o
múltiple discriminación que soportan las mujeres con discapacidad por ser
mujeres y por ser personas con discapacidad. Sensibilización como una condición
para mejorar la calidad de nuestra vida y de nuestras relaciones…” (12)
Discapacidad y derecho al empleo decente.
Aún cuando sindicatos, empresas, organismos públicos, profesionales de
la rehabilitación y personas con discapacidad poseen, a veces, perspectivas
diversas deben unirse y exigir puestos de trabajo dignos y con sueldos acordes
a la tarea desarrollada.
Los sindicatos se encuentran en un lugar de privilegio para unir
a estos grupos sociales y consolidar ambientes de trabajo en el que estén
incluidas las mujeres con discapacidad, en un empleo digno y desempeñándose
junto a todas las demás personas.
“… La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) celebró
la adopción unánime de una nueva Convención para las personas con discapacidad
en las Naciones Unidas, por considerar que es un tratado sin precedentes que
beneficiará a millones de personas cuya dificultad para encontrar empleo
debido a su exclusión social genera un costo estimado de 1.9 billones de
dólares anuales.
La OIT destacó que las disposiciones sobre trabajo y
empleo incluidas en la nueva Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad producirán un cambio importante y podrán beneficiar a unas 470
millones de personas en edad de trabajar que son discapacitadas. El nuevo instrumento surge como el primer
tratado importante de derechos humanos que se suscribe en el siglo XXI.
La Convención representa un cambio sin precedentes en
la forma en que la legislación internacional aborda los temas de
discapacidad. Cuando promovemos los
derechos y la dignidad de las personas con discapacidad estamos potenciando a
los individuos, fortaleciendo a las economías y enriqueciendo a las sociedades
en general. Este tratado indica el camino hacia la independencia y la dignidad
del trabajo decente…" (13)
Trabajo = Teletrabajo.
Nuevos conceptos. Nuevos paradigmas. Nuevas posibilidades.
De qué hablamos hoy cuando hablamos de trabajo.
La noción que tenemos hoy acerca del trabajo es una visión parcial que
nos ha sido dada por la economía y que se ha ido formando a lo largo de la
historia de la humanidad.
En la antigüedad, el mundo de las ideas era lo más importante (no como
hoy, que es el mundo económico) y el trabajo físico era denigrado y relacionado
con actividades penosas. La palabra trabajo deriva del latín Tripalium que era un instrumento de tortura compuesto
de tres palos con el que se mortificaba a los reos. El trabajo estaba
relacionado con lo penoso, lo denigrante, lo que tortura.
Es difícil llegar a una definición única, homogénea, de lo que es
trabajo, porque tendemos a verlo, sobre todo, desde nuestra trayectoria o desde
la trayectoria histórica que tenemos y por eso es que, actualmente, lo
consideramos desde una visión economicista y la economía, nos ha dado una
visión del trabajo parcial. La herencia que tenemos del concepto de trabajo se
expresa también en la terminología oficial y ha sido difundida por los/as
autores/as que cimentaron la ciencia económica. Y es ahí donde se ponen los
pilares sobre este modelo de trabajo identificado con empleo, y que implica un
trabajo asalariado, un trabajo industrial, un trabajo masculino y
extradoméstico.
Se trata de una visión parcial donde es preciso pensar y evaluar si es
o no trabajo el que realizan las mujeres y los varones cotidianamente: las
tareas domésticas, así como también cortar el pasto, lavar el automóvil, llevar
a los/as niños/as a la escuela (por citar algunos ejemplos), o el que se lleva
a cabo en organismos comunitarios, el trabajo de los/as voluntarios/as, en las
asociaciones sin fines de lucro, por supuesto que todo eso es trabajo, pero no
lo percibimos como tal y no tenemos instalada la idea de que estamos
trabajando, sino solamente cuando percibimos un dinero por ello. Es bastante
común preguntar a una mujer, ama de casa, si ella trabaja y que responda que
no. Ni la misma persona que realiza el trabajo de la casa lo reconoce como tal,
y esta respuesta se da, generalmente, cuando no percibe dinero por ello. Porque
si le preguntamos a una empleada de quehaceres domésticos si está trabajando,
cuando está en casa de su empleador/a responderá que sí, invariablemente.
Esta noción parcial que tenemos hoy acerca del trabajo es,
evidentemente, una construcción social, lo cuál quiere decir que la hemos ido
construyendo en función de cómo es nuestra sociedad, de cómo vivimos nuestro
tiempo, de cuáles son las necesidades que tenemos; y en ese sentido hemos hecho
una construcción teórica, parcial y economicista del concepto de trabajo.
“… Al tomar una visión del trabajo, desde una
perspectiva de género, que sería tener en cuenta también el trabajo doméstico,
todo el bagaje conceptual de la ciencia económica se pone en cuestión. El
propio concepto de la economía o el propio concepto del trabajo cambian de
significado.
Con frecuencia muchas mujeres desempeñan un trabajo no
remunerado que supera las ocho horas diarias, con lo cual el propio concepto de
paro o, con más precisión, el de inactividad debe ser puesto en cuestión. No
hay categoría más inapropiada que la de inactividad aplicada a las trabajadoras
domésticas. La diversidad del trabajo en la realidad cotidiana lleva a
replantearse este concepto tradicional del trabajo y a tratar de llegar hacia
una nueva reconceptualización del mismo; un concepto de trabajo que incluya
estas vertientes, todas estas visiones, todas estas condiciones. En este
sentido es en el que planteamos la noción “carga global del trabajo…” (14)
La “carga global de trabajo” nos permite apreciar que
el bienestar de las sociedades se produce gracias al trabajo que realizan tanto
las mujeres como los hombres, y tanto remunerado como no remunerado.
“… A partir de las posiciones de científicos y
científicas, que tienen una visión abierta de lo que es ciencia, que no se
quedan en una visión positivista propia del siglo XIX, sino que abren la
panorámica a otras metodologías, que implican el conocimiento y el saber, se va
construyendo un nuevo paradigma del trabajo que contiene un planteamiento
crítico de la economía, de las ciencias sociales y de la propia construcción de
la ciencia.
Por lo tanto, por un lado el feminismo, pero por otro lado la
academia, fueron poniendo las bases y asentando esta visión del trabajo que va
más allá del empleo, que va más allá del trabajo remunerado. Se trata de un
nuevo paradigma que mueve los pilares de la economía y de la ciencia en general…” (15)
Algunos autores comienzan a plantear que la sociología, y la sociología
del trabajo en particular, deben ampliar su objeto de observación y afirman que
una sociología que no contemple lo que está pasando fuera del mercado es una
sociología parcial, que no da buena cuenta de la realidad.
La lógica del mercado no es la lógica de la familia. Aquello que
denominamos “mercado” persigue la obtención del máximo beneficio económico,
mientras que la familia, los afectos, las relaciones necesitan de colaboración,
de solidaridad, de cuidados y se manejan con otros criterios y con otros
principios, todos válidos, todos importantes e imprescindibles para el
crecimiento y desarrollo de las personas, y en consecuencia, de las sociedades.
Se habla de Responsabilidad Social Empresaria (RSE), pero es poco lo
que se hace al respecto, todavía falta, y bastante para que pase de ser una
buena declaración de intenciones en el sector de las empresas grandes y ni
siquiera llega a las pequeñas que encuentran muchas dificultades para
posibilitar el acceso y el mantenimiento de las mujeres y de las personas con
discapacidad en el empleo. “… La empresa es una institución social, es uno
de los pilares básicos del funcionamiento de una sociedad, pero aún así la
implicación del empresariado en la dinámica del cambio social es escasa. Por lo
tanto es preciso que las leyes que se dictan sobre conciliación de vida laboral
y familiar tengan en cuenta la estructura empresarial, además de las
características sociales y culturales de la población a la que se dirigen…” (16)
Estos son los cambios de paradigmas que se necesitan instalar en el Mundo
para lograr, efectivamente, la plena inclusión con equidad e igualdad de
oportunidades y trato de las mujeres y de las personas con discapacidad, en
todos los ámbitos, pero especialmente, en el ámbito laboral, donde todavía y aún
con los avances, evidencias y pruebas de lo que son capaces de ser y de hacer,
son discriminadas, subvaloradas y subestimadas.
Por otra parte, es necesario observar que el grado de participación en
el empleo no es sólo una cuestión de cifras o de datos: nos indica además y
principalmente, cuál es el nivel de integración así como también el grado de
exclusión.
Si tenemos en cuenta que las personas con discapacidad tienen
actualmente una tasa de desempleo, reconocida por la ONU del 80 %, es decir,
que sólo el 20 % de personas con discapacidad del Mundo accede a un empleo
remunerado, es fácil darnos cuenta y evaluar el grado de exclusión que
soportan.
Se ha incrementado, en algunos países, el “trabajo a tiempo parcial”. Y
si bien hay estimaciones acerca de que esta forma de trabajo acrecienta el
acceso al empleo remunerado de las mujeres, hay que tener en cuenta el tipo
de empleo al que se accede “a tiempo parcial” así como también especial
cuidado por que se podría estar formando un “mercado dual”: más cualificado y
en mejores condiciones para los varones y un empleo menos cualificado e
inestable para las mujeres y para las personas con discapacidad.
Y esto último está estrechamente ligado con el uso de las nuevas
tecnologías, debido a que posibilitan el “empleo parcial”, ya que permiten el
trabajo remunerado “a tiempo parcial” que se puede hacer desde la casa y quiénes
lo ven como una posibilidad de inserción en el empleo son las mujeres que
tienen niños/as pequeños/as y/o personas dependientes a su cuidado y las
personas con discapacidad que lo perciben como una forma de trabajar y percibir
remuneración sin tener que desplazarse y utilizar transporte accesible (que no
hay disponible y el que hay, es escaso y caro) y también, como una manera de
acceder al empleo sin que los/as empleadores/as tengan que adecuar o adaptar
los sitios de trabajo (y esto muy especialmente, para quiénes utilizan ayudas
técnicas)
Es preciso analizar si el trabajo en casa, a tiempo parcial o el
teletrabajo no facilitan la ausencia de las mujeres y de las personas con
discapacidad en los ámbitos comercial y político donde la presencia de estos
grupos sociales todavía no es fuerte ni es bien recibida.
“…La regla básica en todas las relaciones sociales y
en el mundo político es que: “lo que cada miembro/a de la sociedad no haga por
sí mismo/a por medio de un esfuerzo sistemático de organización y superación,
no será hecho por ningún/ a otro/a…” (17)
De acuerdo con esta premisa es que considero fundamental ocupar los
espacios, mostrarse, ser visibilizados/as, participar, empoderarse de los ámbitos,
conocer y hacer valer los derechos. Todo esto es imposible lograr si las
mujeres y las personas con discapacidad se quedan en sus casas, en espacios
sociales conocidos, si permanecen invisibles por diferentes motivos, si no
interactúan con las demás personas y organizaciones de la sociedad.
Resulta importante evaluar, también, si con el teletrabajo y el trabajo
a tiempo parcial no se estaría promoviendo la salida de las mujeres y de las
personas con discapacidad del mercado cualificado y bien remunerado y/ o de los
pocos puestos jerárquicos que hasta el momento han logrado ocupar.
Creo que el teletrabajo debe tomarse como una alternativa más con la
que se puede acceder a una ocupación remunerada, siempre y cuando la o el tele-
trabajador estén de acuerdo en trabajar mediante esta modalidad, por un tiempo
determinado y sin que éste sea demasiado extenso, dos años debería ser el
tiempo máximo utilizado para teletrabajar. Y luego, hay que “salir a escena”. Somos
seres sociales y el contacto con las demás personas es fundamental para elevar
tanto las condiciones como el nivel de vida, no es bueno estar todo el tiempo
encerradas/os, en un sitio conocido y previsible, frente a una máquina que si
bien nos facilita la comunicación, no aporta los beneficios que sí puede otorgarnos
el hecho de salir, encontrarnos y conversar frente a frente, vernos las caras,
estrecharnos las manos, darnos un beso, sonreír, reír, llorar y/o alegrarnos
junto a otra/s persona/s. En pocas palabras, estar y dialogar con interlocutores/as
presentes, con personas, con seres humanos, y no a través o por medio de una
máquina.
Los niños, niñas y adolescentes necesitan de este diálogo, necesitan
ser escuchados/as, atendidos/as, comprendidos/as, entendidos/as, contenidos/as,
algo que no pueden hacer los aparatos ni las nuevas tecnologías por que no tienen ni transmiten sentimientos,
y eso creo que es lo que nos diferencia sustancialmente a los seres humanos de
las máquinas (al menos hasta el momento).
Si bien existen las cámaras y micrófonos no llegarán nunca a
proporcionarnos esa cercanía, ese contacto, así tengamos las de última
generación y aunque las imágenes se vean nítidas y las voces se escuchen
perfectas.
“… El uso de una
nueva tecnología determina dos tipos de actitudes a nivel social: una actitud
de tipo tecnofóbica y una actitud de tipo tecnofílica. ¿Qué significa eso? La
primera es aquella que considera que todos los medios, todas las nuevas
tecnologías son el origen de los males que vive la sociedad. Así como en el
siglo XIX se consideraba que la máquina de vapor podía ser uno de los elementos
que iba a atacar la sociedad y, a partir
de la década del ´50, se considera a la televisión o a la informática como el
origen de muchos de los males. Por el contrario, la otra posición, la
tecnofílica , piensa que a través de la tecnología se van a solucionar todos
los conflictos sociales…”
“… Estar tecnológicamente alfabetizados/as implica
conocer que la tecnología es una herramienta que facilita el trabajo, las
acciones de gestión y las empresariales o las de tipo formativas. El concepto
de tecnología incluye además, la relación con los medios, de ahí que es
imperioso realizar una alfabetización mediática. Mientras que en los años
cincuenta y sesenta era necesario saber leer y escribir a máquina, en la
actualidad, los lenguajes convencionales han quedado casi obsoletos y hay una
urgencia de conocer nuevos lenguajes…”(18)
Resulta bueno, entonces, considerar a la computadora como una
herramienta más que tiene múltiples posibilidades y usos pero que, cuando la
empleamos únicamente para desarrollar nuestro trabajo se convierte en lo que es
la máquina de escribir para el/la periodista gráfica o la máquina de coser para
el sastre.
La computadora es una máquina, una herramienta con infinitas
posibilidades, e Internet es la “gran fábrica” o “tierra productiva” con
también, infinitas posibilidades. Pero son sólo “posibilidades” y/o
“probabilidades”. Está en cada uno de nosotros y de nosotras que las transformemos
en hechos reales, para lo cuál es imprescindible la “acción”. El “mundo
virtual” parece ser más fácil y accesible que el mundo tangible.
Hasta las acciones parecen más viables y cómodas. Parece
tener más perspectivas y abrir más probabilidades, pero hay que evaluar los
riesgos y observar cuántos de los proyectos de tantísima gente han quedado en
el camino por cada uno de los que se ha concretado y resultado ser viable
económicamente hablando.
Creo que tenemos que ver a las nuevas tecnologías como lo que son:
herramientas importantísimas que pueden ser utilizadas para impulsarnos a la
acción, o que pueden servir para paralizarnos y hacernos caer en la
inactividad. Por que con ellas se crea, en varias ocasiones y situaciones, la
falsa ilusión de “estar haciendo”.
Según investigaciones, el consumo indiscriminado de mensajes
audiovisuales incita a la pasividad. Es preciso analizarlo desde este ángulo y,
especialmente, considerar el tiempo que gastamos (sí, que gastamos no
equivoqué el término) frente a nuestras computadoras, con el uso del correo
electrónico y con Internet.
Hoy, ya casi todas las personas conocen el valor de su propio tiempo. Valorizar
el tiempo libre, apreciar aquellos momentos que podemos dedicar a las tareas
que nos gustan y nos hacen felices tiene que ver también con cambiar la manera en
que realizamos el trabajo (tanto el remunerado como el no remunerado) y el
teletrabajo y evaluar la cantidad de horas y de minutos que pasamos frente a la
computadora por día.
A veces, somos llevados/as y orientados/as, hacia donde otros/as
quieren y hacia donde a otros/as les conviene. Y esto se pone de manifiesto al
utilizar varias de las Páginas de la Internet, que nos invitan a entrar a tal
lugar, a participar en el concurso de… o a ganar más… haciendo clic en tal
ícono… o a conocer el chico o la chica 10… o a saber qué nos depara el destino…
o a disfrutar del viaje soñado (virtualmente, por supuesto)… o a comprar… o a
comprar… o a comprar… y etc. varios, así como a recibir spam y correos
electrónicos a los cuáles tenemos que dedicarles parte de nuestro precioso
tiempo.
Hay que distinguir, diferenciar y desestimar aquellos sitios de Internet
donde no es bueno entrar ni estar, por ser perjudiciales para nuestra estima y
para nuestra mente (al igual que lo haríamos con sitios similares del mundo
tangible) y enseñarles a nuestros niños, niñas y adolescentes los peligros del
“mundo virtual”. Que puede resultar ser tan o más peligroso que el “mundo real”.
Tener en cuenta que existe el ciberacoso o ciberbullying y que podemos
ser inocentes víctimas de él. Es tarea de padres, madres y docentes prevenir a
los niños, niñas y adolescentes en las escuelas acerca de este nuevo delito informático
para que se mantengan alertas. Que los niños y niñas no suministren información
ni direcciones a personas que no conocen. Que sepan que existen los
pedofílicos, y sin atemorizarlos, es preciso informarlos para que estén
atentos/as y no se dejen engañar con falsas promesas de inescrupulosos que han
encontrado otra manera más de abusar y defraudar.
Reitero, como conclusión, que el uso de las nuevas tecnologías trae
consigo transformaciones acerca de las maneras en las que pensamos y
desarrollamos el trabajo, y una de estas maneras es el teletrabajo o trabajo a
distancia que requiere de ajustes y adaptaciones estructurales que tienen que
ver con la educación, con una buena y acorde legislación y con la
disponibilidad de tecnología.
Que tiene que ver con que la mayor cantidad posible de personas tenga
acceso a estas tecnologías y al conocimiento, pero también, tiene que
ver con que la mayor cantidad posible de empleadores y empleadoras, de
pequeñas, medianas y grandes empresas conozcan y pongan en práctica esta nueva
modalidad.
Hablamos de un cambio de paradigmas y de un verdadero cambio cultural,
y es interesante destacar que por el momento sólo puedo decir: hablamos,
por que todavía falta para que se reconozca como lo que es, un trabajo, a las
tareas domésticas y que las amas de casa perciban dinero por ellas y para que
se considere trabajo también al trabajo comunitario y al que se hace en y desde
la computadora personal, mediante el teletrabajo. Si bien ya en varios países
este último ha sido reconocido y legitimado, en nuestro país sólo hay algunos
proyectos de leyes para convertirlo en trabajo decente, y todavía falta para
que tenga los mismos beneficios que un empleo formal.
3. Conclusiones
Las estadísticas nos demuestran que el trabajo no remunerado supera al
trabajo del mercado y que lo que se contabiliza es bastante menor que lo que no
se contabiliza. Que las sociedades se sustentan sobre el trabajo invisible y no
remunerado de las mujeres.
Es imprescindible que
reflexionemos que sólo será posible la liberación de los pueblos, su progreso y
su desarrollo democrático cuando la equidad y la igualdad inter- géneros sea
una realidad.
Ni siquiera en las situaciones de más grave crisis puede posponerse el actuar en favor del respeto de la equidad entre los géneros. Ya no se puede ignorar que ha cambiado el concepto de ser feminista. Ser feminista hoy es casi una obligación para todas las personas. Es una cuestión de respeto a los Derechos Humanos y por lo tanto, a la dignidad misma del Ser humano.
Ni siquiera en las situaciones de más grave crisis puede posponerse el actuar en favor del respeto de la equidad entre los géneros. Ya no se puede ignorar que ha cambiado el concepto de ser feminista. Ser feminista hoy es casi una obligación para todas las personas. Es una cuestión de respeto a los Derechos Humanos y por lo tanto, a la dignidad misma del Ser humano.
Hoy en día hablar y
trabajar por los derechos humanos es hablar y trabajar por la equidad inter
géneros y por la igualdad de oportunidades y trato en todos los ámbitos de
todas las personas, tengan o no discapacidad.
Así como también es
trabajar por la salud y el bienestar del planeta y para reducir, en lo que a
cada uno y cada una concierne, la contaminación ambiental, el deterioro del
agua, del aire y de la tierra e informarse y saber cada día más para poder actuar
eficazmente frente a las consecuencias del cambio climático.
A paradigmas
nuevos, soluciones nuevas.
En el Nuevo
paradigma de Género:
las mujeres, varones y personas de otros géneros, pasan a ser consideradas y
tratadas con equidad e igualdad todas, y consideradas personas.
Las
responsabilidades, trabajos y derechos se comparten en igualdad. No existe la
división sexual del trabajo ni los roles de sexo/género.
Las personas de
otras etnias y de orientación sexual diferente a la heterosexual son apreciadas
y consideradas como todas las demás.
El color de piel
NO es (NO puede ser) determinante de nada, ni puede definir si una persona es
buena y/o honorable ni si puede o no realizar tal o cuál tarea o desempeñarse
en cargos jerárquicos.
Las personas son
estimadas y tratadas dignamente más allá de su orientación sexual. No se puede
definir la forma de ser, la honorabilidad ni ninguna otra condición de la
persona por este motivo ni por ningún otro motivo ni característica física,
sensorial y/o mental.
Resumiendo, no
existen los varones ni las mujeres, existen las PERSONAS. No importa ni el género
ni el sexo, ni el color de piel, ni la apariencia física.
El Nuevo
paradigma en Discapacidad: Las personas que tienen discapacidad son valoradas y tratadas como
personas que funcionan de manera diversa o que emplean otros métodos para
realizar actividades y para vivir la vida dignamente, en equidad e igualdad. En
este paradigma se potencia la autonomía, el auto valimiento, el protagonismo y la
vida independiente, otorgándoles todas las condiciones y derechos,
respetándolas y optimizando las oportunidades para su desarrollo personal,
laboral y social.
En este nuevo
paradigma todas las personas saben y son conscientes que: La discapacidad NO es
una enfermedad. Que Vivir con discapacidad NO significa vivir con sufrimiento y
angustia constantes. Que la discapacidad está FUERA DE LAS PERSONAS, en el
entorno o hábitat, fuera de ellas y no dentro de ellas.
Por lo tanto, son
las Sociedades las que no están aptas, son las Sociedades las Discapacitadas,
NO las personas.
Nuevo paradigma
en Trabajo: todas las
tareas requieren de la atención, el compromiso, la responsabilidad y el
conocimiento de quiénes las realizan, no hay trabajos ni tareas ni empleos ni
profesiones más importantes unas que otras.
El teletrabajo es
tan reconocido y valorado como el trabajo presencial, y se legisla, sensibiliza
y concientiza para que así ocurra en la práctica.
Además, el tele trabajo es estimado y promovido, ya que permite realizar tareas
sin tener que movilizarse ni efectuar largos viajes en los que se pierden horas
de tiempo y se contamina el planeta con las emisiones de gases del transporte,
además de otros varios inconvenientes.
El tele trabajo es
impulsado como una forma más de cuidar al medio ambiente, desarrollando las
tareas cotidianas sin jefes ni jefas, pero cumpliendo con las
responsabilidades, potenciando en las personas la responsabilidad, el
compromiso y la satisfacción que se logra por el deber cumplido.
El tele trabajo es
una manera de disciplinarse individualmente.
Y puede resultar
muy efectivo para lograr una sociedad integrada por personas conscientes de sus
derechos, pero también de SUS OBLIGACIONES.
El trabajo que
realizan las amas de casa y las trabajadoras/es de casas particulares es tan
importante y bien valorado y remunerado como todos los demás. Todas las
personas (inclusive quiénes realizan las tareas domésticas para sus familias)
perciben un haber digno que les permite vivir cómodamente toda su vida.
Las personas que
han acumulado una inmensa fortuna reintegran a la sociedad (mediante donaciones
a Organizaciones civiles y a los Gobiernos con la premisa que sea invertido en
educación y en creación de empleo, y con el debido control de otros países y
gobiernos) todo aquello que nunca podrán utilizar y que tampoco les pertenece
de tal manera que puedan crearse nuevas fuentes de trabajo para que quiénes
menos tienen (o por que se lo han venido sacando, de alguna manera, pagándoles
de menos, y usurpando beneficios por medio de leyes sancionadas a favor de
quiénes hoy más tienen) puedan lograr adquirir su casa propia, automóvil y
tener dinero como para vivir cómodamente y sin problemas económicos.
A aquellos/as que
han acumulado fortunas inmensas empleando máquinas y aparatos de tecnología
sofisticada, reemplazando de esta forma la mano de obra humana, se les hace
entender que las máquinas no salen a comprar y, si realmente quieren vender lo
que producen, tienen que pensar maneras de emplear nuevamente a las personas.
Las máquinas no pueden poner en marcha ninguna economía puesto que no consumen
ni necesitan alimentos.
A las personas se
les enseña a “pescar” y no se les regala “el pescado”. Es decir, se las educa
para que puedan ganar lo que desean y tener todo lo que necesitan. No se les
regala nada. No hay planes sociales por que no hacen falta y nadie los quiere
recibir, por que todas y todos tienen suficiente educación, un trabajo decente y
ganan dinero dignamente como para vivir holgadamente.
Nuevo paradigma
en Educación: la
Educación es fomentada e impartida de manera tal que todas las personas logran
aprender, de pequeñas a vivir bien, cómodas, en armonía y sin violencia.
Se promueve la
educación para la Vida, para el bienestar de todos y todas, fomentando la
fraternidad, la solidaridad, el respeto, el amor, el compañerismo, la amistad,
la ayuda desinteresada y todas aquellas situaciones que promuevan el bien común
y también el propio, respetando el de las otras personas.
Se dictan clases
de auto estima, y sobre el valor del entusiasmo, se potencia el sentido de
liderazgo y se imparten clases con videos y canciones de motivación.
Se enseña sobre el
poder de los pensamientos, la meditación y visualización creativa.
Se potencia el
hábito de leer.
Se educa para el
Mundo que viene, y NO para el Mundo que se fue (como están haciendo actualmente
en las escuelas, colegios, universidades).
Y toda aquella
información que el cerebro no puede retener por mucho tiempo (como datos con fechas
y nombres precisos) es eliminada de los planes de estudios.
Se otorgan
herramientas para que las personas puedan formarse teniendo pensamiento
crítico, autónomo y para que mediten y reflexionen cotidianamente sobre los
valores, la alegría, el ocio creativo, el placer y la vida misma.
Nuevo paradigma
para el cuidado del Planeta: se establece un proceso similar al de “socialización” para el cuidado
del medio ambiente por el cuál, desde pequeñas, las personas reciban
indicaciones y enseñanzas acerca del cuidado del planeta y la conciencia que,
lo que afecta a la tierra, al agua y al aire afecta a todos los Seres humanos. Para
que de este modo, los niños, niñas y adolescentes desarrollen actitudes de
cuidado y respeto por la biodiversidad, la ecología y la preservación armoniosa
de todas las especies, enseñándoles a cuidar y tratar bien a los árboles, las
semillas, las plantas, el agua, la vida toda.
Tal vez les
parezca utópico. Tal vez les parezca
difícil de lograr. Tal vez les parezca imposible. Creo que no es utópico ni difícil de lograr y tampoco
imposible y que, lenta e inexorablemente vamos camino hacia este Nuevo Mundo.
Un Mundo en el que
las ideas, las personas con y sin diversidades, los animales, las plantas y todas
las demás cosas puedan convivir en paz y
armoniosamente.
Un Mundo donde
será MÁS IMPORTANTE “SER” QUE “TENER”.
Donde “SEREMOS” y
nos manifestarnos en todo nuestro esplendor.
Y en el cuál vamos
a HACER PARA TENER. Dando el valor al dinero y a las cosas materiales que
realmente tienen.
Por que como bien
sabemos todos y todas, estamos en época de cambios de paradigmas y,
“CUANDO LOS
PARADIGMAS CAMBIAN, EL MUNDO CAMBIA CON ELLOS!!!”
Muchas gracias!
Silvia Mirta Valori
Fuentes consultadas y citadas:
1. Introducción
(1) Cuadernillo “Género y discapacidad.
Discapacidad y género. Una cuestión de derechos. Equipo Interinstitucional de
Género y Discapacidad del Consejo Nacional de la Mujer, 2007
2. Desarrollo
(1) Notas Informativas de la Asamblea General de Naciones
Unidas. Junio, 2000. Cita textual del Manual del Consejo Nacional de la Mujer
para Facilitadoras/es. “Mujer, Equidad y Trabajo”. Nueva edición, 2007.
(2) EISENSTEIN,
Zillah. “The Female Body and the Law”. Berkeley: University of California
Press, 1989.
(3) SERAFINI, Mirta. “Sexismo” – Análisis redactado para
el Consejo Nacional de la Mujer del cuál fue Directora de Comunicación.
(4) CASTRO, JORGE. “El poder debe ser una construcción
deliberada”. Manual del Seminario sobre Políticas Públicas de Igualdad de
Oportunidades entre varones y mujeres. Buenos Aires, 1999.
(5) Informe de la Fundación Un Sol Mon de la Obra Social
Caixa Catalunya, España, disponible en: http://obrasocial.caixacatalunya.es/osocial/idiomes/2/fitxers/solidaritat/campaign06_cas.pdf
(6) Informe 2006, disponible en www.microcreditsummit.org
(7) SPELMAN,
Elizabeth. 1989.
(8) JAGGAR, Alison M. “Ética Feminista: algunos temas
para los años noventa”. (El subrayado es mío)
(9) BLANCO ENGIDO, Encarnación. Mesa Redonda “Mujer,
discapacidad y justicia”. I Congreso Internacional sobre Mujer y Discapacidad.
Valencia, España, 2003.
(10) LLORIA, Mariano; en Revista Minusval, IMSERSO (Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales de España) y Asociación Valenciana de Ayuda a la
Parálisis Cerebral, 2006.
(11) Fundación PAR “La discapacidad en la Argentina”, Buenos
Aires, 2006, página 175.
(12) Cuadernillo de Género y Discapacidad del Equipo
Interinstitucional. Serie “Cuadernillos” Consejo Nacional de la Mujer del Consejo Nacional de Coordinación
de Políticas Sociales, 2007.
(13) Disponible en:
(14,
15 y 16) “Decir Mujer es decir Trabajo” Metodologías
para la medición del uso del tiempo con perspectiva de género. Consejo Nacional
de la Mujer del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.
Embajada Española. AECI. Agencia española de Cooperación Internacional, 2007.
(17) CASTRO, JORGE. “El poder debe ser una construcción
deliberada”. Manual del Seminario sobre Políticas Públicas de Igualdad de
Oportunidades entre varones y mujeres. Buenos Aires, 1999.
(18) APARICI, ROBERTO. “Alfabetización mediática: conocer
los nuevos lenguajes. Nuevas tecnologías de información y comunicación para el
tercer milenio”. Manual del Seminario de Políticas Públicas de Igualdad de
Oportunidades entre varones y mujeres. Buenos Aires, 1999.
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